lunes, 20 de julio de 2015

La Persona que Eres


        La pasada noche ignoré los manifiestos de mi madre, quien de forma entusiasta sugería entablar conversación, pero yo escogí dejar espacio para el desencanto que en aquellos ratos advertían su presencia. ¡Como me retracto de tal pesadumbre!; sin duda ha sido ella la persona que mejor conoce mis males, el pilar de mi vida junto a mi padre. Además, nos hemos cansado de escuchar que jamás debemos darle la espalda a quienes siempre están con nosotros; pero yo decidí dedicarle mi tiempo a la tristeza, y no sólo a ella, sino a la persona causante de ésta; porque así somos todos, humanos, siempre buscando una excusa para la alegría.

        Pero está bien, no todo el tiempo estamos dispuestos, y no siempre podemos ser la persona desternillante de la casa. Momentos tales, me impulsaron a escribir esta prosa. Curioso ha de ser, que el título inicial de la misma era “El lenguaje de la Desilusión”; a medida que fui redactando los párrafos y que sus contenidos apostaron por otra vertiente, surgió uno más optimista e indicado que encabeza el presente acápite. Quería que fuese algo que se tratara de mí, pero que sirviese para alguien más; y si sirve de algo, la tristeza de ‘ratos’ es necesaria, cuando acompañas a ésta con un merecido proceso de decanto y depuración. A todos nos pasa, nos golpean el alma, nos quebrantamos y caemos directo en la aflicción, porque somos humanos. Asumes la pena, la sufres y luego depuras, y si estás lo suficientemente seguro de ti, te levantas del diván, o de la cama, o de la hamaca, y te diriges hacia el espejo donde se refleja tu mayor logro, la persona que eres.

        La persona que eres, sabe que si miras con suficiente finura encontrarás a un ser humano forjada entre derrotas, victorias y aprendizajes. Y entonces te detienes, colocas un 'alto' y repites que “nadie jamás podrá herirte sin tu consentimiento” y si lo permites, asumes la carga, pero te mueves, y tocas la guitarra, o tocas a tu perro, o sencillamente te asomas en el balcón de la casa, y te percatas de que hay un mundo vibrante y despierto que espera.

       Pero quién sería yo para aseverarlo, mis tristezas más profundas hasta tal día encuentran sus raíces en situaciones de origen académico, o en algunas tonterías del amor romántico, del cual yo no conozco nada. Pero volvamos a la persona que eres.
        La persona que eres sabe que si te amas profundamente, no necesita que nadie llegue a su vida para mostrar un catálogo de definiciones bonitas. No necesita que le recuerden de lo que es capaz, ni que le alaben o reconozcan los logros que ha materializado, porque la persona que eres lo sabe.

       La persona que fuiste tardó en entenderlo, porque era parte del crecimiento y de la edad madurar, además tuvo que colisionar con seres dañinos, tóxicos y destructivos que por momentos tambalearon el mecanismo de tu autoestima. ¡Anda que yo también desprecio la arrogancia y la jactancia!. En ocasiones acudí a ella, la practiqué y la manejé con pericia; el engreimiento es sólo un broquel de inseguridades que intentan no ser expuestas. Pero no permitas que nadie lo confunda con el amor propio que tienes sobre la persona que eres y presumes, la más importante de todas.

       Yo sé que la persona que fuiste tuvo que caerse mil veces y volverá a caer mil veces más, y si tienes un poco de suerte tan solo tropezarás y seguirás tu camino, pero seguro que tantas batallas luchadas formarán a la persona que serás.

      La persona que serás poco hacía falta esa mañana, en la que despertaste disgustado con la vida porque tenías miedo del futuro que visualizabas estancado, atribuyendo la culpa al profesor que injustamente juzgó tus capacidades, o el jefe insoportable que dio tan poco valor a tu trabajo, el desengaño de la persona amada o el desorden del afuera y las carencias de tu pueblo. La persona que serás poco importaba ese día en el que vislumbraste tu futuro aún no escrito por la persona que estabas siendo.
      Si por ello no te apetece la persona que eres, aún anclado al fantasma del pasado, invierte un poco de tiempo trabajando en la persona que quieres ser mañana, porque los días entrantes estarán llenos de nuevas oportunidades para enmendar los errores del pasado. De lo contrario, la persona que estás siendo tiene el poder de generar todos los cambios permisibles en tu vida en virtud de garantizar posibilidades contribuyentes para el futuro de la persona que serás; y la clave del éxito considero que está en entender que la persona del 'hoy' es la más importante de todas, porque el hoy, mientras estés respirando, es el único día seguro que existe para trabajar por materializar los sueños y aquel que te invita a dirigirte ahora mismo hacia la alcoba de tus padres o tus hijos, tu hermano, tu mujer, o tu marido, para otorgar un fuerte abrazo en agradecimiento por haber contribuido con la persona que eres.

      La persona que eres, si no es egoísta, reconoce que su presencia y sus logros, aún cuando ella los condiciona, no sólo son parte de sí misma, porque en nuestra vida también influyen personas de vital importancia que día a día nos levantan, nos enseñan y nos alimentan la mente y el alma.

      Y si aún sigues leyendo, me gusta la persona que eres, porque siempre has estado dispuesto, porque siempre has estado luchando, porque amas la vida y amas tu trabajo. Porque siempre sonríes y siempre te esfuerzas. Porque no fuiste orgulloso y no dudaste en decirle “¡que bien te queda!” ó “!que bien lo has hecho!”; porque le ayudaste y no esperaste recibir nada a cambio. Me gusta la persona que veo a través de tus ojos, porque encuentro nobleza y filantropía, humildad y esperanza.

    Finalmente, la persona que eres debe ser siempre la primera y única opción, tu mejor amiga, jamás aunada a la persona que creen o quieren. Espero que nunca te olvides que la persona de hoy, es la única responsable de la que serás mañana.
Alejandra Escorche Pons
Julio, 2015.

martes, 21 de octubre de 2014

Sobre el oficio de la Arquitectura....


En el manifiesto de Doorn (1954), los maestros de la Arquitectura colocan en  evidencia uno de los temas que desde los años cincuenta hasta nuestro días, ha causado mayor polémica en el ejercicio de la profesión. Pienso que el mayor legado a considerar del “Team Ten” es justamente la motivación que surgió en lo arquitectos del entonces, de generar críticas  y propuestas reflexivas producto del estudio a posteriori de la manera en la que se venía haciendo arquitectura, que no era más que una forma mecanicista, y fuertemente arraigada al funcionalismo y al racionalismo arquitectónico. Ese interés de replantear la línea de pensamiento en el oficio de la Arquitectura aún sigue siendo tema de debate en tiempos actuales. Tenemos la errada concepción de considerar al arquitecto como un disciplinario destinado a concebir un objeto que permita satisfacer unas funciones específicas. Sin embargo sabemos, producto de la experiencia y de aquellas obras arquitectónicas que hoy en día son referentes mundiales, que detrás de ese pensamiento lineal, y que en teoría, parece ser la premisa principal de la Arquitectura, que antes de concebir toda obra debe existir un estudio profundo y reflexivo acerca de lo que ese objeto en sí mismo significará en el lugar donde se emplace, y  que debemos hacer un esfuerzo por entender que el resultado de éste no será más que el resultado de un conjunto de variables dictaminadas por un entorno con características particulares y específicas de índole diversa. Sin embargo, la misma experiencia nos ha demostrado que esta tarea de interpretar el lenguaje inherente a una comunidad, y traducirlo en códigos que permitan operar y  generar soluciones a la hora de hacer arquitectura, se ha visto obstaculizada por las barreras que convidan los alcances de la tecnología, el conocimiento de lo antiguo y la propia sed de realizar arquitectura monumental sin bases aparentemente justificadas.

               Por otro parte, en el manifiesto de Doorn (1954), se hace alusión a ‘la casa’, un ejemplo bastante pragmático y eficiente para entender la mecánica de la Arquitectura a lo largo del tiempo,  tomando en cuenta que aún sin ser el objetivo más importante del oficio del arquitecto; la vivienda, por ser la estancia donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, simboliza la célula fundamental en el entorno en el cual el hombre se desarrolla; o como mejor describió Le Corbusier en tiempos de luces: “La Máquina para Vivir”. Sin embargo, el concepto de ‘casa’ o ‘vivienda’ podría tornarse ambiguo si consideramos la realidad de la cual ella acontece. Podríamos incluso, bajo una mirada macroscópica, dejar de considerar ‘la casa’ como ese elemento conformado por un número estimado de paredes de mampostería dotado de un particular mobiliario y direccionar nuestra mirada al entendimiento de ‘la casa’ como un conjunto de realidades y vivencias que para nada tiene que ver con lo tangible y lo mensurable, sino con actos más cognitivos y sensoriales, con actos que están relacionados directamente a la conducta del hombre dentro de un entorno determinado, así como su integración y participación con el resto de sus habitantes. Sólo así podríamos empezar a pensar la arquitectura no bajo el concepto de “la casa es”, sino bajo una mirada más integral como “la casa en”, abarcando un área más amplia de la que el propio objeto arquitectónico vaya a ocupar. Una vez entendida esta interacción de objeto – entorno, podríamos definir con mayor fluidez lo que ‘la casa’ en sí misma será. Entonces, ya no estaríamos hablando de Arquitectura solamente, como una disciplina enajenada; hablaríamos de Arquitectura y Urbanismo, comprendiendo la potente fusión que estas dos disciplinas representan. Hablaríamos de una Arquitectura del y en el entorno, conociendo lo que éste representa para una determinada sociedad, entendiendo por sociedad a “un tipo de agrupación particular de individuos”. Pienso que las palabras ‘tipo’ y ‘particular’ son claves a la hora de diseñar e incitan al arquitecto a estudiar a fondo cuáles son esas variables que hacen que una sociedad sea distinta de la otra, y que por ende, el tipo de arquitectura que se hace para ellas, debe orientarse y nacer de dichas particularidades. Un claro ejemplo lo vemos en la sección del Valle de Patrick Geddes. No tendrá la misma respuesta y relación con el entorno una casa agrícola aislada, que una en el pueblo o en la urbe.

Quizás una de las causas por la que la Arquitectura de hoy no tenga la grandilocuencia de aquella que hacían los grandes maestros en el pasado, sea ese poco interés de incorporar en la obra la dualidad ‘Arquitectura – Entorno”, y entonces vemos en la cotidianidad soluciones erradas de edificios concebidos como elementos aislados que llegan y se imponen en la ciudad, rompiendo con el lenguaje que ésta simboliza producto de su historia. Pero también podemos observar el esfuerzo de muchos arquitectos y críticos de la disciplina de que la concepción de la Arquitectura como producto o como respuesta de una serie de variables dictaminadas por el entorno donde se emplazan, se propague en la mayoría de los ocupantes del quehacer de la profesión. Sólo así, una vez comprendida la relación “Arquitectura- Entorno” o “Vivienda – comunidad”, sería entonces pertinente ocuparnos del objeto en sí mismo, sin olvidarnos de las diferencias entre el “qué” y el “cómo” de las cuales el gran maestro Kanh hace alusión en su libro “Forma y Diseño”, entendiendo que el ‘qué’ debe prevalecer por encima del ‘cómo’, siendo el ‘qué’, producto de nuestra capacidad de aprehender el significado de hacer arquitectura que funcione para hoy y para mañana.

 Alejandra Escorche Pons
21/10/2014

lunes, 6 de octubre de 2014

¿Por qué ser Arquitectos?


Iniciar esta reflexión evocando la línea de tiempo inherente al “Ser arquitecto: tiempo de formación, tiempo de vida” me resulta bastante sugestivo cuando en ella encuentro un aspecto en común entre dos simpatizantes de la Arquitectura en sus diferentes niveles de formación y experiencia con el oficio y con la vida misma (profesor – alumno; arquitecto – estudiante de arquitectura). Y cuando menciono un aspecto en común, me refiero al de esa interrogante que ni la experiencia, ni las edades, ni la línea de tiempo separa en etapas.

 
“¿Por qué ser Arquitecto, por qué hoy, por qué en Venezuela?”


          Esa incertidumbre, a veces disfrazada en forma de temor, o presente en forma de optimismo, se ha venido gestando de manera centelleante desde hace muchísimos días tanto en profesionales y expertos de la Arquitectura como en estudiantes en etapa de formación y aprendices de ella, y esto no ha sido más que el producto de nuestra situación actual y del quehacer diario.


Más allá de los ideales y metas que me hayan impulsado a escoger esta carrera como compañera de vida; como estudiante de Arquitectura del 7mo semestre, con la capacidad crítica y reflexiva que la misma me ha ido otorgando, también me he cuestionado día a día sobre el quehacer del arquitecto en tiempos actuales, que no pueden definirse de otra manera más que como ‘tiempos de precariedad’ o ‘tiempos de crisis’. Sin embargo, son las mismas circunstancias de la vida las que me han enseñado que muchas veces los momentos de crisis nos hacen pensar de una forma más inteligente y meticulosa, pues justo en ellos, la mayoría de los humanos tenemos la capacidad de dudar y de cuestionarnos, y estas acciones no son tan equívocas cuando nos permiten descubrir de una mejor manera nuestras potencialidades y sacar a la luz aquellos artificios que nos ayudarán a resolver el problema que nos hace frente;  y esto es producto de aquel replanteo que nos hacemos con franqueza sobre nuestra visión y misión en la vida, y por ende, nuestra posición ante ella. Pero esta actitud que adoptamos hacia la vida no la encuentro muy diferente a la del arquitecto cuando asume con compromiso un proyecto de arquitectura y cuando generamos una propuesta de diseño, que no es más que la resolución de un problema considerando un conjunto de variables. Pero quizás esta respuesta carezca de sentido si nos olvidamos del rol fundamental que tiene el arquitecto, y tengo la convicción de que esto es lo que convierte a esta carrera en una de las más nobles y en una de las más bellas.

 
Diseñamos un proyecto de la misma forma como diseñamos nuestra vida, con destrezas, con pasión y con detalles, velando porque el futuro no se desmorone y nuestras obras tengan permanencia en el tiempo.

 

Sin embargo, encuentro diferencias entre nuestro papel ante la vida y nuestro papel como Arquitectos que somos o seremos; porque al ejercer el rol del ‘humano’ somos autores de nuestras propias vidas, pero cuando ejercemos el rol de ‘arquitecto’ somos autores de una obra que servirá de soporte para el desarrollo de la vida de otros, y es por eso que me he permitido definir la Arquitectura como “El escenario para la vida”, y entonces me pregunto ¿puede haber algo tan noble como eso?

 

Sería de nuevo pertinente preguntarnos “¿Por qué ser Arquitecto, por qué hoy, por qué en Venezuela?”

 

Tenemos en nuestras manos, en cada línea que trazamos, la capacidad de hacer un buen uso del ‘poder’, no como un recurso autoritario, desafiante y por encima de otros, como en nuestros días estamos acostumbrados a ver. Tenemos el poder de ofrecer a nuestros conciudadanos un mejor porvenir bajo un lenguaje arquitectónico que desde hace años nos hemos comprometido a aprender y aprehender. Tenemos el poder de crear el entorno para la vida, y esto me evoca a la interpretación existencial de la práctica social de la Arquitectura expuesta en una de las presentaciones inherente a “Lo Vivido – Lo Edificable – Lo Edificado – Lo Habitado. Lo habitable, LO VIVIDO”. Y es por ello que concluyo esta reflexión o intercambio de ideas con una frase que me ha acompañado desde hace algún tiempo en la carrera, correspondiente a la obra de Alejandro Aravena en “Los hechos de la Arquitectura. Ensayo 1” en su cita textual al Prof. Riesco: “Ya la forma está bien, ahora le falta la vida”, es decir, hacer de una obra lo posible, lo habitable, lo habitado.

 

Entonces, ¿Por qué no estudiar Arquitectura?…… ¿Por qué no ser ARQUITECTO?

 

Alejandra Escorche Pons

03/10/14

sábado, 3 de mayo de 2014

El turista de sus pensamientos

              A expensas de la álgida noche del 4 de abril, me encuentro sentado sobre el viejo escaño de la sala, fiel compañero que me ha recibido durante años en cada preciso momento en el que ha resultado ineludible iniciar un encuentro con mis hábitos ideales: leer, escribir, cavilar o tan sólo pensarle. Al cabo de un rato, me percato que un par de hojas blancas dispuestas sobre la mesa me invitan a dialogar.        

 Lo que primordialmente inicia como un reencuentro de mis pasiones olvidadas, podría convertirse quizás, en el relato manuscrito de la historia de un afamado escritor procedente del desdeñado suburbio de la ciudad. Aquel pasajero en el tiempo, quien se dio a conocer como “el turista de los pensamientos”, llevaba emprendiendo durante muchísimos años, una travesía incesante por los rincones más pletóricos de la esencia humana, aquellos que a muchos nos hace dar vueltas sin fin en un universo profuso de actividad intelectual, creativa y artística.

Cuenta la historia, que el afamado viajero ha cesado su pesquisa y ha estacionado el quehacer de sus días en el hallazgo de una persona cuyos pensamientos han motivado a derramar en papel una descripción minuciosa sobre el advenimiento de tan bienaventurada mente, propulsora perenne de los designios más entrañables en toda una dama; una dama de la cual muchos hombres se han amartelado, pero sólo uno, sólo uno ha logrado cruzar los límites de lo que su imagen somática muestra. Sólo uno, se ha embarcado en aquella odisea de convertirse en el más aferrado turista de sus pensamientos, pensamientos llenos de vida y llenos de sueños.

No es casualidad que mi persona, humilde prosista, se haya atribuido con espontaneidad el cometido para describir con bastos detalles la esencia de aquella persona que se ha convertido además, en el destino turístico por excelencia del pasajero en el tiempo. Porque sólo alguien dispuesto a emprender un viaje, puede darse cuenta que una parte de ella es sólo el comienzo, y que todas las partes de ella finalizan en un nuevo viaje, aquel que el viajero venía dispuesto a emprender sin prescripciones ni mapas, sin nada que impidiese en realidad, redescubrirla una y otra vez a su manera, a esa loca manera de proyectarse en una vida que promete en sus días tardes de extrema cordura, cuando la única guía que el turista tiene a su lado son sus manos sobre las de ella, sus suaves y milagrosas manos, que tienen el don de convertir hasta el objeto más simple en toda una obra de arte; como que por obra y arte el destino la trajo a su vida convertida a su paso en el arte más puro, como cuando en estas palabras expreso la vida que el viajero quiere a su lado.

 Hablemos de una vida llena de metas y sueños, al alcance de cualquier turista de los pensamientos que encuentra en la mente de aquella dama las increíbles ofertas sobre una acogida en donde liberar las tensiones. Hablemos de su sonrisa optimista, aquella capaz de iluminar hasta los días más grises y pintar un escenario soleado para que el persistente viajero en el tiempo continúe su recorrido por estas calles de la vida sin prisa; o con aquella calma con la que lo miran sus ojos llenos de tolerancia cuando éste se cansa de recorrer tan holgadas avenidas, en las que al término de ellas encuentra sus brazos repletos de abrazos que le devuelven la vida perdida en las horas que pasa dudando sobre una llegada segura al futuro, un futuro que aún no se imagina para no perder lo mejor del ahora, lo mejor del presente colocado en las manos de aquella dama, en tan preciosas manos capaz de convertir el todo como por arte de magia en una obra de arte, una magia que conozco y que va sujeta a una serie de trucos que nos enseñan una postura útil hacia la vida. Pasión, perseverancia, constancia, creatividad y proposición son sólo los ases que ella tiene bajo la manga para trasladar a cualquier viajero a su momento presente en el tiempo.

Hablemos de recorrerle los sueños, develando en cada uno de ellos un horizonte seguro de metas cumplidas. Hablemos de iniciar nuevos sueños, que incluyan un pasaje para dos en este prolongado viaje que invita a redescubrirse, o a conquistar lo no conocido. Hablemos de las personas no como turistas, sino como destino. Hablemos del destino, del que llega y al que se le llega, destino aquel que los espera. Hablemos de ella y de él, sin olvidarnos de ellos como un conjunto homogéneo de intereses y sueños, con expectativas de un futuro ineludible. Hablemos siempre de dos y para dos, porque el amor está hecho de dualidades y son ellos cómplices y compañeros de viaje, un viaje que la vida ha invitado a emprender con este basto equipaje que desde ahora me propongo a describir con usufructo, porque ésta siempre ha sido mi vocación, porque esto siempre ha estado en mis planes, porque llevaba rato observándolos, observando lo que ellos eran y hacían:

 Ella, inteligente de sus dudas, curiosa, intuitiva y creativa, perceptiva, etérea. Y ahí estaba Él, viajero en el tiempo, amante de ella. Escritor de sus días, Escultor de sentimientos, Arquitecto de fantasías, Músico de la vida misma, Artista de nacimiento. Preguntándose tan sólo una cosa: “¿Podría ser el turista de sus pensamientos?”, prometiendo por el resto de los días divagar por las calles de su mente e imaginación, para encontrar aquella inspiración necesaria para ponerle melodías al par de versos que por días llevan su nombre.

A expensas de la álgida noche del 4 de abril me encuentro escribiendo la historia del turista de los pensamientos, pero el turista no era otro…era yo.

                                                                                                                                       04/04/2014

jueves, 9 de enero de 2014

SOBREVIVIR

Enero, 2014- Extenuada y con pocas horas de sueño, esta no es más que otra mañana en la que despierto maniatada por la vida, o por las circunstancias que en ella hay. Me levanto, agradezco y respiro, con el impulso precedido por la fuerza mayor que sustenta mis días, aquella que aún me mantiene de pie cuando quiero tan sólo dejarme caer. El esfuerzo necesario de mantener con vigor este basto momento en cada día vivido y cumplido de tan desmoralizada vida, que hoy nos obliga a agazaparnos como esclavos de un destino que creemos ya ‘escrito’ y que nos mantiene en una espera incesante y para algunos injuriosa, injusta y subyugante; me recuerda, hoy más que nunca, que la lucha para no ser un objeto más despiadado de tan fastuosa vida tiene que  incrementarse; y que para mí, como para muchos, debe seguir siendo un lujo el acto de vivir.


En una línea de tiempo, nos encontramos en ese punto donde el caer de la noche con una cena en familia,  es una bienaventuranza; donde el dormir en silencio, dando reposo a nuestros pensamientos y sentimientos, se ha convertido en un estado sagrado, casi a una altura inalcanzable para cualquiera que entienda lo que está sucediendo, para cualquiera que entienda que el mundo, y en una muestra más empírica y mensurable, que Venezuela, ya no es ese lugar donde algunos deseamos sembrar nuestros sueños y verlos crecer.
Sin embargo, entendemos el valor de la vida, lo entendemos y nos adaptamos, como seres razonables destinados a luchar. Aun así, comprendemos el significado de una sonrisa como fuerza proveniente de los llamados momentos felices; aun así, somos la consecuencia gradual de la más hermosa cualidad del ser humano, aquella que éste presume, cuando enaltece la vista y ante una caída, resurge cual ave fénix. Somos seres destinados a luchar en este escenario violento disfrazado de tan correspondiente rutina, y en donde cualquiera que sea la causa, se ha convertido en una obligación, y más que ello, en un compromiso, extraer de ella el origen de su naturaleza: el bien o el mal.


No es un secreto que en tiempos remotos y en días actuales, éstos no han sido más que conceptos ambiguos que para nada tiene que ver con la ventura de unos, y la desdicha de otros. Así de comprometido está todo, el dantesco todo, producto de esta sociedad en parte pervertida y en parte tribulada,  siendo esta última celadora de un grupo de personas de estimación cuantitativa desconocida y valoración cualitativa en observación. Quienes pertenecemos a ella, por supuesto, y quienes soñamos con nuestros ideales, nos encontramos subordinados ante la embarazosa situación de encarcelamiento y opresión total del vivir y del hacerlo con plenitud. Se nos ha olvidado lo que es el don de la vida, se nos ha olvidado vivir.

 Nos hemos transformado en objetos mecanizados y dinamizados por la acción del material palpable, del elemento valioso que nos concatena de manera cíclica, convirtiéndonos en su  execrable condena cuando nos resistimos a perder o a vivir sin aquello  que nos hace lucir aparentemente refinados, coherentes y de alguna forma en armonía y en desarrollo paralelo con los avances de la ciencia y de la tecnología. Por otra parte, de manera contrastante, nos vemos vinculados al auge de una sociedad aparentemente definida en el marco de la Ilustración, cuyas premisas nos evoca a la imagen de una sociedad civilizada, entendiendo por civilización, según el diccionario de la RAE al “Estadio cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres”.

Desde el principio de nuestra formación, se nos ha hecho hincapié en el aprendizaje de este concepto, demostrando en la práctica del día a día, cuán suspicaces somos a la hora de manifestarnos como seres culturizados y en sano juicio del uso de nuestras facultades intelectuales, y a veces, instintivas.

Hoy en día, la práctica nos ha demostrado que somos el producto de una sociedad carente del ‘objeto civilizado’, que no pasa a ser más que la definición expresa del ‘hombre’. Un hombre que en su intento de sobrevivir, se  encuentra enajenado de sus orígenes, y desconectado de forma significativa de sus conciudadanos.

Somos una sociedad carroñera y egoísta, cuyo individuo 'yoísta' actúa bajo el lema del atajo raudo y por encima de sus coterráneos para alcanzar la satisfacción personal; donde el acto de vivir es lo más similar a una carrera de lobos hambrientos en busca de su presa para poder subsistir. ¡En esto nos hemos convertido!, somos parte de una sociedad que rápidamente ha suplido la palabra vivir por sobrevivir.

 Por otra parte, el intento de ‘ser’ en un mundo desemejante al aquel concebido en la época de la niñez ya no es la causa de nuestros desvelos. Tampoco lo es el desafío de ampliar horizontes en un mundo que se muestra tan frío y ruin, donde el miedo al fracaso no es el protagonista de la cuesta abajo en el alcance de un objetivo. Nos hemos convertidos en objetos inanimados e indiferentes con un común objetivo: sobrevivir, por encima de todo.

Es una pena producir tan desalentado discurso con miras hacia la incesante malicia y vileza al cual estamos sometidos. Somos cautivos de un país que día a día nos recibe en su amanecer y nos despide al anochecer con un episodio de violencia, producto de las abominaciones aún inimaginables en el ser humano. Nos martirizamos y cuestionamos, atiborrándonos de miedo, un miedo que se propaga rápidamente como una pandemia cuyo objetivo es atacar en cada venezolano  el apego que siente por la vida.  Sin embargo, somos seres destinados a luchar. Aún así, creemos en el don de la vida y en la oportunidad que nos ha dado ésta de sobrevivir ante el mal; aún así, despertamos cada mañana con una misión a país en cada acción justa que emprendemos. Finalmente, entendemos que la lucha para no ser otro objeto más despiadado de tan fastuosa vida tiene que  incrementarse; y que para mí, como para ti, debe seguir siendo un lujo el acto de vivir y del hacerlo con plenitud, y esto es posible con cada esperanza plantada, aquella que no se extinguirá siempre y cuando seamos capaces de diferenciar el bien por encima del mal.


“Cualquiera que sea tu fuerza, que no se te olvide vivir…”

 

Alejandra Escorche Pons

 

miércoles, 8 de enero de 2014

Los días del año

Extraño los días de marzo de aquel año, con tu llegada inesperada y segura. Extraño los días de abril, y aquel intercambio de miedos y expectativas sobre el futuro y la vida. Extraño los días de mayo, cuando pudimos mostrarnos débiles, con tus lágrimas y las mías. Extraño los días de junio que nos recibieron con alegría, los días de julio donde nos sentíamos triunfadores y con aires de grandeza, los de agosto perdidos pensando, ganándonos todo; los de septiembre llenos de convicción y nuevas oportunidades. Finalmente, extraño todos los días del año en que estuvimos presente y en el que yo, sin mucho que dar a cambio, pude escucharte decir: “la vida es un baúl lleno de recuerdos, y sólo tú tienes la llave para que cuando te sientas triste, liberes de él los mejores momentos, los momentos felices. Nunca olvides que gracias a ellos, todos los días tienes más de un motivo para sonreír…solo sonríe”. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Memorias de ti....


12 de Noviembre. - Bajo la lluvia sigilosa de la noche y de las gotas que salpican una y otra vez sobre el dosel que vuela por encima de la ventana de mi recámara, me encuentro atrapada en estas mustias memorias de ti, en donde he caído prisionera ante el acaudillamiento de un par de hojas blancas y un viejo crayón, quienes con su alto poder influyente han sentenciado ante mí la condena de la verdad, que se me presenta bajo el dominio del techo blanco como una composición incesante de recuerdos vagantes, conjunto de ellos,  no hacen más que reproducir tu legado. Es una proeza escribir sobre ésto, es una gesta aventura exponer en papel aquel sentimiento que con temor no encuentra cabida en el altavoz, y es una pena también atinarse en este inútil incierto de ti, desierto de aquello que fui mientras estuviste presente. Justo cuando el orgullo asoma su sombra ante los reflejos del alma, mis memorias de ti no soportan tal sacrilegio y no puedo hacer más que añorarte la vida, o la mía, o la nuestra; y sin perder más el tiempo y sin quedarme propensa ante el miedo, me decido a escribir estas memorias de ti, cuyas letras llenaron de prosas mis días y fabricaron ideas fluyentes en dos direcciones, la tuya y la mía, producto de ti. Adoraba de ti tantas cosas, pero nunca pudiste saberlo, nunca quisiste saberlo.
 
          Adoraba por ti los días y la basta idea de verte, adoraba por ti las noches y la complaciente ilusión de soñarte. Te adoraba en recuerdos y en vida, adorada tu eterna sonrisa y tu etérea pasión a los días. Adoraba en ti aquello que tantos odiaban, como tu extrovertida manera de referirte a las cosas; adoraba de ti aquello extraño, ahora te extraño. Me inspiraba por ti y jamás me sentí tan capaz en torno a algo como cuando estuviste a mi lado. Adoraba tu nombre y pronunciarlo en voz alta, cuando el significado de éste me amparaba en la zozobra. Te adoraba y era lo que necesitabas,  pero tú nunca quisiste saberlo.
 
        Manteniendo la esencia de lo que en ti imaginaba, me encuentro también atrapada en la austera idea de lo que querías y esperabas de mí, aún sabiendo que si te lo daba, yo simplemente desaparecía. ¿Dónde demando estas noches de insomnio por causa de tu merced?, ¿en dónde aterrizo aquellos días de nostalgia cuando el panorama sugiere ratos de turbulencia?, ¿cómo consigo saber que algo queda de ti mas que el inútil orgullo que no te deja ver lo que fui?. Con la servil esperanza de que te enteres de esto, no haré más que dejar que mi vida te pase de lado, aunque mantengas tu vista con rumbo hacia el frente, aunque duela no tenerte de frente y que no esté en tu mente desviar tu camino hacia el este, por donde sale el sol cada mañana, en donde aguardo yo siempre dispuesta a alumbrarte los días y en donde no hago más que en sus horas, preservar las memorias de ti.....