Escribo éstas líneas con el simple objetivo de dejar en
constancia de que usted existe, y que ha sido escogido para ser memorándum de
una gama de hechos que han conseguido mi atención y que me han permitido
mantenerlo bajo observación, y que además, me han demostrado que Dios le otorga
a algunos uno de esos tantos dones que de seguro en usted encontraré, pero en
especial, uno de esos pocos que muchos carecen y que quizás nunca lleguen a
definir tan bien como usted lo ha hecho, la palabra que por don yo hoy llamo
ENSEÑAR.
Pero
antes de ser amplia y explícita de lo que usted es y de lo que usted hace, me gustaría
dejar en claro que no sólo es éste el medio que suelo usar para expresar una
serie de ideas; porque de conocerlo, me aseguraría de hacerle llegar no en
charlas sino en hechos lo que un conjunto de palabras pueden llegar a
significar. Pero por los momentos, puede que éste sea el medio más pertinente
para lo que deja el vacío y la pausa de una conversación, el cual aún no se me ha otorgado el tiempo
para compartir esa experiencia con usted.
Las
probabilidades de que usted se entere de que he escrito esto para su merced son
una en cien, pero haré énfasis en las palabras con las que comienzo este texto y para que no quede menor duda del por qué del escrito, y del amplio sentido con el
que ha sido desarrollado.
Escribo
estas líneas con el simple (aunque no
único) objetivo de dejar en constancia de que usted existe. Existe y ha sido
escogido para recordármelo, recordarme que Dios de usted ha hecho uno de los
quizás mejores ejemplos de solidaridad humana.
Y es
que podría durar horas escribiendo y describiendo lo que en usted ví, pues no me parece justo que sólo un par de
líneas tengan espacio en este blog para expresar lo que usted es y lo que usted
hace. Pero lastimosamente, lo desconcertante de escribir no es que uno lo hace
cuando quiere o cuando puede; lo hace cuando la mente y el alma
y las palabras se solidarizan y cuando la inspiración no es lo suficientemente banal e intransingente para poder continuar y cuando la satisfacción completa las ganas para llegar a concluir. Uno escribe, cuando todas estas variables llegan a un mutuo acuerdo de que cada una de ellas debe
significar no sólo en sí mismas, sino en conjunto todo aquello que el que escribe quiere
transmitir y hacer saber. Una vez que ha empezado no debe detenerse y detenerse
es abstenerse y quien se abstiene no produce.
Yo
produzco cuanto puedo, pero debo decir que llevo largo tiempo absteniéndome; y
de eso precisamente nace otro objetivo de este texto. Usted
nació al mismo tiempo que nació la esperanza y el deseo; y el que yo vuelva a
escribir y escriba sobre esto nace de usted. Usted
existe porque ha despertado en mí todo aquello por cuanto yo no creía y no
conocía. Usted es arte y está hecho de arte, el arte de saber enseñar.
Saber
enseñar es un arte. Un arte que se trabaja desde pequeño y que no nace con
muchos o que muchos no han descubierto. Descubrir es aprender y usted aprende
de lo que enseña y enseña de lo que aprende. Usted
me enseñó y con usted aprendí que
enseñando no sólo se hace amigos, sino que comprendemos más a la vida y dejamos
de dar por sentado muchas de las cualidades y casualidades que construyen al
ser humano. Yo lo descubrí y aunque del todo no lo conozco, tengo información
suficiente para hacerle éstas líneas que definen en esencia y de la manera más
fiel y pura lo que usted es y de lo que usted está hecho.
Suavemente
me llegó y con tolerancia y paciencia me enseñó lo que en su momento yo debí
aprender. Yo fallé en el examen del conocimiento, pero gané el tiempo que Dios
me concedió, y tiempo que por cierto agradezco,
para entender por qué ahora estoy donde estoy y para comprender por qué
a veces uno pierde eso que tanto desea para ganar aquello que más necesita. Yo
necesitaba de tantas cosas que creía estar en su lugar.
Preocúpate
si todo sale bien porque significa que algo realmente anda mal; y usted me ha
salido bien cuando todo andaba mal y ahora yo soy el bien que deja de lado el
mal y le abre paso al momento en que usted llegó para significar en mi vida no
sólo por lo que es y por lo que hace sino por lo que usted vale. No vale
quien puede, vale el que quiere y tiene y usted tiene todo eso que a mi me
enseñaron a valorar desde niña, y vale más porque permanece entre mis momentos,
recordándome y confirmándome una vez más que son los valores y las buenas
acciones los que nos hacen los mejores seres humanos.
Tengo
tantas obligaciones que aquella de estar bien conmigo misma se me queda pequeña
para el tiempo que se me ha otorgado, tiempo en el que por cierto está usted
presente enseñándome a tomar un descanso; descanso de mis apuros, de mis
inseguridades, de mi monotonía.
Usted
es arte que enseña la vida a los que aprendemos de ella. Usted es la vida de aquellas
personas que se han quedado sin el arte de amar aquello que hacen. En pocas
palabras, usted es un acto de amor, que del amor nació y que el amor concede.
Amarlo
a usted sería fácil, porque no es fácil lo que llega rápido sino lo que
rápidamente nos hace luchar por un sueño, y es usted un sueño. Usted es el
sueño que algún día en mis sueños estuvo y que nunca había sido tan cierto como
que de humildad y otros valores usted está hecho.
Y
aunque entre sueños yo vivo y de sueños yo lo conozco, lo que lo separa del sueño no es más que el deseo de hacer realidad en usted todo lo que quiso y
nunca pudo ser y todo aquello que desea y puede llegar a ser.
Y aunque por ahora de usted yo sólo soy un turista, un
turista fotografiando su vida y lo mejor que hay de ella, guardo en mi álbum las
mejores fotos llenas de arte, el arte del que está hecho, el arte que emprende y practica,
el arte de saber enseñar.
Yo le
he observado y aunque usted no se dé cuenta y no me dé el tiempo de disimularle
que me encantaría hablarle, conozco su trabajo y valoro lo que hace; y por
supuesto no es lo que hace lo que valoro, sino el cómo lo hace.
Pero
como todo quien enseña necesita aprender, yo quiero ser el mentor de aquellos
temas que no ha de conocer. Poco me importa encontrarlo con fallas o
decadencias. Menos me importa si en el pasado usted ha caído o decaído. Encárguese
usted de que le importe el olvido ,que yo me encargo de que recuerde que
errar es de humanos y rectificar es de sabios, que caerse está permitido pero
que levantarse es obligatorio. Yo seré a la medida aquello que usted necesita
si me lo permite. Yo seré cuanto pueda porque querer es poder y yo a usted lo
quiero, quiero lo que es y lo que pueda ser y por si le quedan dudas ó por si fuera poco…
Yo seré lo que soy
porque fué usted quien me enseñó que siendo uno mismo aprendemos que enseñar es
un arte, y que el arte no es más que el resultado tangible e intangible de los
que somos y de lo que estamos hechos.
Alejandra Escorche Pons
05 de Octubre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario